En estos días en que estamos empezando aparecen los primeros indicios respecto a la dirección y esencia de nuestro trabajo. Chiquillos deseosos de hacer a los 4 años que se convierten en púberes orientados hacia el beneplácito del profesor, en un remolino de feroz competición.
Esta historia es conocida. Muchos fuimos forzados a abandonar el espacio de la libre creatividad, de la expresión y la exploración gozosa para adentrarnos en los vericuetos puntiagudos de las aulas. El bien y el mal se instalaron en nuestro sistema nervioso y fueron configurando un ser de luz, el buen alumno, y uno de sombra, el cachafaz, sinverguenza o desgraciado.
Así es como opera la educación que hemos inventado, disociando la luz de la sombra, lo bueno de lo malo divorciado, cada aspecto por su lado.
Nada más pobre y lineal que el Ser atrapado en la luz de su sombra o en la sombra perdida de su luz. Suerte que en el Spot vamos mezclando luces y sombras, bueno y malo, suspensos y aprobados para llegar al ser humano. ¡Y suerte que tenemos manos!
Ilustración de Gloria Vives Xiol
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